sábado, 18 de junio de 2011

LA MUJER EN LA ACTUALIDAD

La situación de la mujer ha mejorado mucho con el paso del tiempo, sobre todo a lo largo del siglo XX. Hemos conseguido una serie de derechos fundamentales que se nos negaban tradicionalmente. Además, también se ha producido la incorporación de la mujer al mercado laboral. Todos ellos, aspectos que han ayudado a mejorar la concepción de la mujer y que nos han acercado cada vez más a la igualdad. Pero aún nos queda mucho camino por andar para que esa igualdad sea real.

Aún así, la incorporación de la mujer al mercado laboral, generalmente no ha supuesto el abandono de los roles y tareas tradicionalmente asignados a ella, sino que simplemente, además de ama de casa y de encargarse del cuidado de los hijos/as, también trabaja fuera del hogar. Aunque ya los hombres jóvenes no son tan machistas como antes, la concepción que se tiene mayoritariamente, no es la del reparto de tareas, sino la de que el hombre "ayude a la mujer en las cosas de la casa" (como si la casa o los niños/as fueran solo de ella).



Por tanto, la situación de la mujer en la actualidad es muy complicada, ya que tiene que conciliar su carrera profesional con la vida familiar y rendir cien por cien en esos ámbitos a la vez, es una tarea muy difícil, por eso, se están dando muchos casos de Síndrome de la Super Woman, que tiene como consecuencia un alto nivel de estrés y un detrimento en la calidad de vida de estas mujeres.



Además y pese a la igualdad legal entre hombres y mujeres, la igualdad de oportunidades todavía no se ha producido, ya que la mujer está discriminada respecto al hombre, tanto en el ámbito social, como en el laboral y familiar.

En cuanto al ámbito laboral, el panorama se basa en que el trabajo femenino es mucho más precario que el masculino. El paro femenino duplica al masculino e incluso el hombre cobra más dinero que la mujer, realizando el mismo tipo de trabajo.

Pero las desigualdades no se quedan aquí, también podemos hablar de un fenómeno laboral, llamado techo de cristal. Este fenómeno se basa en la dificultad que tiene la mujer para acceder a cargos de gran responsabilidad. La mayoría de los altos cargos de las empresas son hombres. Este hecho se da por dos factores fundamentales:
  • La dificultad de conciliar el ámbito laboral con el familiar. El hecho de tener mayores responsabilidades familiares que los hombres, dificulta una dedicación mayor al trabajo y por tanto el acceso a cargos superiores. Por ejemplo, las bajas por maternidad, las medias jornadas para cuidar a los hijos/as, pedir permiso para acompañar al hijo al médico, no quedarse haciendo horas extra, etc.
  • Prejuicios y estereotipos en ámbitos tradicionalmente masculinos. El mundo de los altos cargos (los jefes), es un mundo que sigue siendo de hombres, además, existe la creencia de que la mujer va a tener menor disponibilidad y dedicación para el trabajo que el hombre (cuando se quede emabarazada se acabó). Por tanto, muchas mujeres para conquistar su carrera profesional tienen que renunciar al ámbito familiar.
Paradójicamente, todo esto está ocurriendo en un momento en el que hay más mujeres que hombres en la universidad y además, están mejor preparadas.



Las desventajas explicadas con anterioridad son independientes del machismo que todavía hoy, impera en nuestra sociedad, machismo de personas mayores, que han vivido una época en la que estaba normalizado, y no tan mayores, que siguen reproduciendo los roles y las actitudes aprendidos durante la socialización primaria y por lo tanto, retransmitiéndoselos de nuevo a sus hijos/as.

A pesar de que la sociedad en general va poco a poco, caminando hacia la igualdad, nuestras costumbres, medios de comunicación, comentarios, lenguaje (algo puede ser un coñazo o cojonudo), educación, roles, formas de actuar, etc. todavía están impregados de machismo y discriminación hacia la mujer, ya que tan arraigado ha estado siempre en nuestra cultura, que impregna practicamente todos los ámbitos de la vida.

De hecho, los roles en función de género, los vamos aprendiendo desde nuestra más tierna infancia, a través de la observación de los modelos que nos rodean (padres y madres), los diferentes juegos y tareas dentro de la casa, la forma diferenciada que tienen los padres de actuar con los niños y con las niñas y el trato entre iguales.

Por ejemplo, a una niña, desde que es pequeña se le habla con mayor suavidad, fomentando la ternura y los juegos tranquilos, sus juguetes son: cocinitas, muñecas para ponerles distintos tipos de ropa y peinados, muñecos que asemejan bebés a los que hay que cuidar y dar el biberón, carritos de juguete, etc. Si nos paramos a pensar en todo esto, no nos debería extrañar que las mujeres tiendan a encargarse de las tareas del hogar y del cuidado de los hijos/as, si se las prepara para ello desde que son muy pequeñas a través del juego, que es la base del aprendizaje de los niños/as.



Por tanto, la tarea principal se debe basar en una educación no sexista, en la que los hombres y mujeres sean cada vez más iguales en oportunidades, a través de la educación en la familia y en la escuela, para que los niños/as interioricen la igualdad entre hombres y mujeres durante su socialización. Esto evidentemente no se puede conseguir de un día para otro, pero con concienciación , ganas y esfuerzo, quizás nuestros nietos/as puedan vivir en una soicedad en la que exisita una igualdad real entre hombres y mujeres.




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